Por Cristóbal Catejo Chacón.
Me es imposible no partir con palabras de agradecimiento por la inesperada recepción de mi columna anterior (la primera en el área de deportes), en donde contaba como me enamoré de Ñublense. Muchos me felicitaron (en la universidad), Facebook, twitter, etc y muchos (a quienes les agradezco) me sugerían de que podía escribir a futuro. Rememorar partidos emblemáticos, historias chistosas, personajes emblemáticos, si hasta del Sandro me pidieron que escribiera. Pero ahora, sentado frente al computador, me doy cuenta que todas esas sugerencias (tanto jóvenes como adultos) se enfocaban en el pasado.
Quienes me conocen, saben que soy estudiante de Pedagogía en Historia (y sí, reniego de la geografía) y me gusta conocer el pasado, buscar en hojas y libros amarillentos, fotografías descoloridas y sentarme a oír los recuerdos de quienes son mayores, pero reconozco que al darme cuenta de que todas las sugerencias tenían como eje el pasado, me deja pensando.
Es cierto que es bello recordar el pasado. Y la verdad es que en los días que el clima es benigno, cálido, nadie se sienta a ver las fotografías y a añorar tiempos pasados, que dicho sea de paso, no son siempre mejores, sino que los años, le dan ese saborcito dulce que entrega la nostalgia. La verdad es que las fotos, generalmente salen de aquel velador o modular antiguo cuando está lloviendo y lo frío del ambiente, nos hacen quedar viendo hacia el pasado por lo gris del día presente.
Amigos, me temo que a nosotros nos pase aquello. ¿Tan grises son los días actuales de nuestro querido equipo, que para emocionarnos debemos volver años atrás, a viejos videos cuya cinta en VHS quedó gastada antes de pasarse a la web?, ¿tan frío es el panorama, y oscuro el presente que solo preferimos refugiarnos en el pasado?
Por favor, que no de la impresión de un juicio lapidario, o de que no sentimos cada gol que gritamos, pero parece que la mística quedó atrás y ya no está ahora. Que volvemos al pasado para volver a emocionarnos cuando los recursos eran nulos, pero la garra y la ilusión estaban intactos, cuando había identidad, cuando estaba ese gen tan propio de Ñublense.
Muchas veces, me he sorprendido a mi mismo viendo los videos del ñublense 2003, 2006.. de los antiguos equipos y creo que lejos de ser un caso excepcional, he podido ver (sobretodo en twitter) como tantos otros hacen lo mismo. Tengo la bendición (realmente es así) de relatar los goles de Ñublense, pero cuando oigo ese relato con el corazón de Cristian Barría en el ascenso de 2006 (quien a mi juicio es el mejor relator de la radiofonía local) que más que técnica tiene esa identificación, esa emoción de quienes somos hinchas, yo me pregunto.. ¿hace cuanto que no gritamos un gol así, con el alma, peleando algo y sintiendo que el mundo acabará con el grito de gol? Insisto, los goles siempre se gritan, pero si estamos mirando al pasado es porque algo se ha perdido, algo que aunque Ñublense sigue hoy en día, parece que ya no está.
Puede que sean las miles de personas que abarrotaban el estadio y hoy apenas llegan a dos mil, o así fue la última fecha del pasado torneo. Que ya no quedan esos jugadores que no siempre eran los más habilidosos, pero que si reflejaban los gladiadores que decía don Nelson. Que acá en Chillán no podía venir ningún equipo a faltarle el respeto a Ñublense y a su gente, dijo el mismo entrenador, ese que dejó una huella imborrable hasta hoy. Quizá sea por eso, que no desaparece el cariño a Luis Flores, que aunque no esté al mismo ritmo de antes, es el recuerdo de un plantel con personalidad y entrega en cada pelota (hasta hoy) a pesar de sus problemas cardiacos. Podremos debatir que es lo que ya no está, pero de que algo ha desaparecido o está por expirar en el gen del equipo, es innegable.
Si vemos las viejas fotografías, los rayados videos y leemos las antiguas crónicas, es porque los tiempos actuales no son los mejores. Si hemos preferido sumergirnos en un mar de recuerdos, es porque el panorama que vemos tras la ventana, solo nos anuncia lluvias que no nos dan ganas de mirar hacia el futuro. Quizás, como dice mi querida mamá, esas lluvias de su infancia que duraban 15 días y parecían no terminar nunca.
Lo cierto es que estas lluvias han empezado desde hace varios años sin saber aún cuando terminarán. Perdón si soy insistente pero ¿tan poco alentadora es la perspectiva que se vislumbra a futuro?
Amigos, por un tiempo, nos será grato ver los viejos recuerdos. Pero entendí que el refugio en los recuerdos es por lo negro del futuro y es allí cuando los videos antiguos pierden en su gusto. Me seguirán emocionando, claro que si, pero me hace pensar que de seguir en la situación actual, en 20 años, no tendremos más recuerdos felices que los que hoy estamos disfrutando.
De ser así, cada día seremos más, los que recordemos “los buenos tiempos” y por ende los que se sumen a este club de la nostalgia, pero cuando lleguen y nos pregunten ¿es este el club de la nostalgia? Nosotros diremos “Sí, pero ya no es como antes”, porque guste o no, de tanto contemplar recuerdos, se dejan de apreciar experiencias pasadas.
Cristóbal Catejo Chacón.
Estudiante de Pedagogía en Historia y Geografía UBB,
Relator en Tribuna Roja.
Columnista de Chillán Activo y Chillanense.cl