Chillán y el terremoto del 20 de febrero de 1835

Ruinas de Concepción
Ruinas de Concepción

Robert FitzRoy, vicealmirante de la Marina Real Británica, fue comandante del HMS Beagle durante el famoso viaje de Charles Darwin alrededor del mundo (1831-1836).
En su diario escribió “ligera en un principio, pero que aumentó con rapidez”

¿A qué se refería?
A los casi 4 minutos de duración del terremoto denominado “La Ruina” que el 20 de febrero de 1835 afectó entre Coquimbo y Chiloé, generando a la media hora un tsunami concentrado en tres grandes olas que destruyeron lo que había quedado en pie.
El ruido, según descripciones de la época, se presentó con ruidos subterráneos y ocasionó derrumbes que llenaron de polvo las ciudades y oscurecieron el sol.

¿Predicciones para los chillanejos?
El párroco José Antonio Vera llegó desde Ancud a Chillán en 1817. En noviembre de 1834, en una misa dominical dijo “Dentro de poco tiempo caerá sobre este pueblo el castigo del cielo; preparaos sin demora, porque la justicia de Dios puede alcanzaros a todos”.
Al siguiente domingo repitió la advertencia, situación que llegó a oídos del obispo José Ignacio Cienfuegos, de Concepción, quien le solicitó que dejará de emitirlas.
Ese acuerdo fue así hasta el domingo anterior a la fecha del terremoto, en que el párroco dijo en la misa “Ya está, mis carísimos hermanos, sobre nosotros la justicia de Dios, y caerá tremenda sobre este pueblo antes que venga el siguiente domingo”

¿Y qué pasó en Chillán?
Chillán, corrió similar suerte al ver reducida a escombros “356 casas de muralla y nueve edificios públicos”. (Muñoz, Reinaldo. Chillan: sus fundaciones y destrucciones. 1580-1835).
La desgracia que experimentó esta última población, y que se vio incrementada por un temporal de agua, viento y granizo que duró seis días, obligó a sus habitantes a debatir el traslado de la villa.
Esa misma tarde el gobernador citó al cabildo y se mostraron dos contiendas, los que querían reedificar en el Alto de la Horca, liderados por el gobernador Prieto y los que quería reedificar en un sector nuevo, liderados por el alcalde.
Ahora, y según los apuntes de Ignacio Domeyko: “basándose en la convicción de que los terremotos se repiten en los mismos lugares, no se permitió erigir sobre las ruinas” (Domeyko, Ignacio. Mis viajes: memorias de un exiliado).
Es por ello que el gobierno otorgó amplias facilidades para que los vecinos que “voluntariamente” quisieran fijar su residencia en la nueva ubicación, lo hiciesen conservando una extensión de terreno similar y en igual situación que la que poseían en la antigua urbe.
Así, la población de “Chillán Nuevo”, comenzó lentamente a reconstruirse sobre un área de doscientas cuadras distante a tres kilómetros al norte de la arruinada ciudad, la que a partir de ese momento sería conocida como “Chillán Viejo” (paisvulnerable.cl).
Se decidió reconstruirla en un lugar más seguro unos 3 km del sitio anterior, iniciando así la cuarta fundación de Chillán.

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